domingo, 18 de enero de 2015

La energía en España y prácticas.


Autor: Eduardo Sánchez

Práctica 1.- Comentario de la tabla de consumos de tipos de energía re­cientes y previstos en España.

La tabla presenta datos estadísticos sobre el consumo de energía primaria en Es­paña en 2000 y 2006, así como las previsiones para 2012, en % y en Ktep (miles de toneladas equivalentes de petróleo, siendo una tep igual a 10 elevado a 7 kcal). La energía primaria está constituida por las fuentes de energía tal y como se en­cuentran en la naturaleza, sin ninguna transformación.
El consumo de energía primaria en España se basa en el petróleo, utilizado espe­cialmente para la obtención de derivados para el transporte y la industria, y en una proporción cada vez menor, para la obtención de electricidad en centrales de fuel­oil. Su consumo tiende a disminuir debido a la sustitución por el gas en las centrales termoeléctricas; a la implantación de una mayor eficiencia energética, como forma de ahorrar y de reducir su impacto medioambiental, sobre todo en el calentamiento climático, y al incremento de la producción de biocarburantes para el transporte. No obstante, en 2006 representaba más de la mitad del consumo de energía primaria de España. Dado que la producción nacional de petróleo es insignificante, resulta necesario realizar costosas importaciones para cubrir el elevado consumo.
Al consumo de petróleo seguía en importancia en 2000 el de carbón, empleado principalmente en la producción de electricidad en centrales térmicas, y en me­nor medida en la industria siderúrgica y en la construcción. Su consumo tiende a reducirse debido a los problemas que presenta la minería del carbón: algunos ricos yacimientos se han agotado y otros son de baja calidad, lo que limita su uso; ha disminuido la demanda doméstica e industrial; la explotación es cara, pues un tercio de las minas son subterráneas, con vetas muy fracturadas y delgadas, que impiden usar máquinas potentes; y el mineral suele presentarse con poca limpie­za, exigiendo tareas de lavado y provocando un elevado impacto medioambien­tal, manifestado sobre todo en las emisiones de azufre, responsables de la lluvia ácida, y de CO2, causantes del calentamiento climático. Además, la entrada en la Comunidad Europea liberalizó los precios frente al proteccionismo tradicional y obligó a realizar una reconversión que ha supuesto la reducción de la producción. Por todo ello, en 2006 el carbón perdió su segundo lugar en el consumo energéti­co en favor del gas natural y se prevé que su consumo siga disminuyendo.
El consumo de gas natural se centra en el uso calorífico en la industria y los ho­gares; en la obtención de derivados en la industria petroquímica, y cada vez más en la producción de electricidad en centrales térmicas, y en un número creciente de centrales de ciclo combinado y de cogeneración. Su consumo se ha incre­mentado considerablemente, y seguirá creciendo hasta 2012, gracias a las ven­tajas que ofrece: alto poder calorífico, precio más bajo y menor contaminación, al carecer casi de azufre. La insignificante producción nacional obliga a realizar cuantiosas importaciones para cubrir el consumo.
El consumo de energía nuclear se destina fundamentalmente a la producción de electricidad y, en menor medida, a otros usos como la medicina, la conserva­ción de alimentos y la biotecnología. Su consumo tiende a descender, debido al mantenimiento de la moratoria nuclear, al cierre de la central de Zorita en 2006 y al crecimiento del consumo de otras fuentes, como el gas natural y las energías renovables. En España, la producción nuclear abastece el 100% del consumo, aunque es necesario importar el mineral de uranio utilizado.
El consumo de energías renovables incluye la hidráulica, usada fundamentalmen­te para la producción de electricidad, y las energías alternativas: la eólica (produc­ción de energía mecánica o eléctrica), la biomasa (energía térmica, eléctrica, biogás y biocarburantes), la solar (energía térmica y eléctrica) y, en menor medida, la geo­térmica (energía térmica) y la maremotriz (energía eléctrica y mecánica). Su con­sumo ocupaba el último lugar entre las fuentes de energía primaria en el año 2000, pero tiende a incrementarse y se prevé que en 2012 supere a la energía nuclear. Las causas son las ventajas que ofrecen estas fuentes de energía: son inagotables, po­seen una elevada descentralización, permiten reducir la dependencia externa de las fuentes de energía no renovables y presentan un mínimo impacto medioambiental, por lo que son fundamentales para reducir el importante papel desempeñado por las fuentes no renovables en el calentamiento de la atmósfera, responsable del cambio climático. En su lucha contra el calentamiento global, la Unión Europea se ha com­prometido a aumentar el consumo de energía renovable hasta el 20% en el período 2012-2020 y a incrementar el consumo de biocarburantes hasta el 10%, medidas que resultan de obligado cumplimiento para España.

Práctica 2.- Comentario del mapa donde se localizan las principales cen­trales hidroeléctricas de España.


El mapa muestra la distribución de las principales centrales hidroeléctricas de España. Estas utilizan el agua embalsada en presas y lagos, que se hace saltar por tuberías y mueve turbinas conectadas a un generador que transforma la fuerza mecánica en electricidad.
La localización de las centrales hidroeléctricas se concentra, por tanto, en las zonas que reúnen precipitaciones abundantes y regulares, que alimentan ríos o lagos susceptibles de embalsar el agua; y una topografía abrupta o con desniveles del terreno que facilitan el salto del agua con la suficiente altura y energía. Estas zonas, como se aprecia en el mapa, son fundamentalmente tres: las cuencas de los ríos del ángulo noroeste peninsular, las cuencas de los ríos Duero y Tajo y las cuencas de los ríos pirenaicos.
El ángulo noroeste peninsular incluye las cuencas de los ríos de la vertiente cantábrica correspondientes a este tramo y las cuencas de los ríos de la vertiente atlántica norte. Esta zona posee un clima oceánico, con precipitaciones abun­dantes, por lo que los ríos son caudalosos y regulares. Además, salvan fuertes desniveles debido a la proximidad de las montañas en que nacen y su desembo­cadura en el mar.
Los ríos Duero y Tajo son caudalosos por los aportes de los afluentes que reciben, nacidos en los sistemas montañosos que bordean sus cuencas. Las cen­trales hidroeléctricas se concentran en el tramo final, cerca de la frontera por­tuguesa, aprovechando el desnivel topográfico existente en esta zona entre las depresiones terciarias y la penillanura paleozoica.
Los ríos pirenaicos, especialmente los afluentes del Ebro, reciben la precipi­tación en forma de lluvia y de nieve de los Pirineos y salvan fuertes desniveles topográficos ente la cordillera y su desembocadura en el Ebro o en el mar Mediterráneo. Por eso se construyeron en ellos centrales hidroeléctricas desde principios del siglo XX para abastecer de energía a la industria catalana.
Otras centrales se reparten más aleatoriamente por las montañas del interior peninsular, aprovechando los puntos que reúnen agua y un desnivel suficiente ligado a la existencia de relieves montañosos.
La práctica inexistencia de centrales hidroeléctricas destacadas en la mitad oriental peninsular, excepto las pirenaicas, se explica por la escasez de precipitaciones y la fuerte evaporación. Y en el caso de las islas Baleares y Canarias también por la ausencia de ríos.

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