viernes, 26 de febrero de 2016

Tema 13.- Las desigualdades en la distribución espacial de la industria española.


Autor: Eduardo Sánchez

Observe el mapa de la distribución espacial de la industria y coméntalo.


Rasgo principal de la distribución de la industria española; selección de cri­terios de clasificación e interés de la clasificación con ejemplos.

— El rasgo principal de la distribución de la industria española es el des­equilibrio territorial, a pesar de la actual tendencia a la difusión industrial y al desarrollo de la industrialización endógena.
Un criterio para realizar una clasificación de las provincias españolas por las características de su industria puede ser, como muestra el mapa, el de las personas ocupadas en este sector.
Este criterio de clasificación aporta información sobre variados aspectos, como la tradición industrial, el número de establecimientos industriales, el tipo de industria (demandadora de abundante o de escasa mano de obra), la productividad (mecanización, automatización), el dinamismo industrial, el peso económico de los sectores primario y terciario y la existencia de factores favorables o desfavorables para la implantación industrial (recursos natura­les, sistemas de transporte y comunicación, núclelos urbanos destacados que aportan mano de obra y mercado; capacidad de consumo; espíritu empresa­rial; modernización tecnológica; etc).

Entre las provincias con elevado empleo industrial se encuentran Barcelona y Madrid; entre las provincias con cifras moderadas, Valencia, Alicante, Zara­goza, Navarra, Bizkaia, Gipuzkoa, A Coruña, Pontevedra y Sevilla; y entre las provincias con cifras bajas, la mayoría de las del interior peninsular (excepto Valladolid, Burgos y Toledo), Baleares y las dos provincias canarias.

Relación de la información medioambiental con la distribución de la industria
·         Existen áreas con una destacada concentración industrial que presentan ríos con un nivel de contaminación alto y calidad del agua mala porque la industria genera residuos contaminantes, especialmente las industrias químicas, siderúr­gicas o termoeléctricas. Ejemplos de esta relación se encuentran en los ríos a su paso por las áreas industriales de Barcelona, Madrid, Valencia, Alicante, Murcia o Zaragoza.

·         Existen áreas con escasa concentración industrial que presentan ríos con un ni­vel de contaminación bajo y buena calidad del agua, por la inexistencia de focos de contaminación industrial, entre otras razones. Ejemplos de este caso son las provincias de Lugo, Ourense, Huesca.

·         No siempre existe una relación entre concentración industrial y nivel de con­taminación alto de los ríos y baja calidad de su agua. Además de la industria existen otros factores humanos y naturales que colaboran a una mayor o menor contaminación fluvial y calidad del agua. Entre los factores humanos se en­cuentran la actividad agraria que ocasiona contaminación por nitratos o purines ganaderos; la sobreexplotación del agua para el regadío o para otras actividades que al reducir el caudal incrementa la concentración de contaminantes; las acti­vidades extractivas de canteras y minas; y los vertidos de aguas fecales urbanas insuficientemente depurados. Entre los factores naturales se encuentra el clima, pues, como se ha explicado, las precipitaciones y las temperaturas influyen en la contaminación de los ríos y en la calidad del agua.

Así, en el mapa se aprecia la existencia de provincias con escasa industria y elevada contaminación de los ríos y baja calidad del agua por razones de aridez climática, a la que se suma la contaminación o sobreexplotación agraria, como ciertos tramos fluviales en Granada, Almería o Badajoz. Y, por el contrario, existen provincias con moderado empleo e inversión industrial, como A Coru­ña y Pontevedra, donde el nivel de contaminación de los ríos es muy bajo y la calidad del agua es alta por razones climáticas: el elevado caudal de los ríos mo­tivado por la abundancia de precipitaciones y la escasa evaporación disminuyen la concentración de sustancias contaminantes en el agua.

lunes, 8 de febrero de 2016

Practica: Comentario de mapa de Centrales Hidroeléctricas de España.

Comentario del mapa donde se localizan las principales cen­trales hidroeléctricas de España.
El mapa muestra la distribución de las principales centrales hidroeléctricas de España. Estas utilizan el agua embalsada en presas y lagos, que se hace saltar por tuberías y mueve turbinas conectadas a un generador que transforma la fuerza mecánica en electricidad.
La localización de las centrales hidroeléctricas se concentra, por tanto, en las zonas que reúnen precipitaciones abundantes y regulares, que alimentan ríos o lagos susceptibles de embalsar el agua; y una topografía abrupta o con desniveles del terreno que facilitan el salto del agua con la suficiente altura y energía. Estas zonas, como se aprecia en el mapa, son fundamentalmente tres: las cuencas de los ríos del ángulo noroeste peninsular, las cuencas de los ríos Duero y Tajo y las cuencas de los ríos pirenaicos.
El ángulo noroeste peninsular incluye las cuencas de los ríos de la vertiente cantábrica correspondientes a este tramo y las cuencas de los ríos de la vertiente atlántica norte. Esta zona posee un clima oceánico, con precipitaciones abun­dantes, por lo que los ríos son caudalosos y regulares. Además, salvan fuertes desniveles debido a la proximidad de las montañas en que nacen y su desembo­cadura en el mar.
Los ríos Duero y Tajo son caudalosos por los aportes de los afluentes que reciben, nacidos en los sistemas montañosos que bordean sus cuencas. Las cen­trales hidroeléctricas se concentran en el tramo final, cerca de la frontera por­tuguesa, aprovechando el desnivel topográfico existente en esta zona entre las depresiones terciarias y la penillanura paleozoica.
Los ríos pirenaicos, especialmente los afluentes del Ebro, reciben la precipi­tación en forma de lluvia y de nieve de los Pirineos y salvan fuertes desniveles topográficos ente la cordillera y su desembocadura en el Ebro o en el mar Mediterráneo. Por eso se construyeron en ellos centrales hidroeléctricas desde principios del siglo XX para abastecer de energía a la industria catalana.
Otras centrales se reparten más aleatoriamente por las montañas del interior peninsular, aprovechando los puntos que reúnen agua y un desnivel suficiente ligado a la existencia de relieves montañosos.
La práctica inexistencia de centrales hidroeléctricas destacadas en la mitad oriental peninsular, excepto las pirenaicas, se explica por la escasez de precipitaciones y la fuerte evaporación. Y en el caso de las islas Baleares y Canarias también por la ausencia de ríos.

Tema 11.- Construcción y consolidación del Estado Liberal (1.833-1.874)



Autor: José María Incausa Moros

jueves, 4 de febrero de 2016

Práctica agraria: Paisajes agrarios de España

Realiza un comentario del mapa de paisajes agrarios de España.

Los paisajes agrarios resultan de la transformación de los paisajes naturales por la actividad agraria. Por tanto, son el resultado de la combinación de los factores físicos y de la actividad agraria de cada zona.
1. EL PAISAJE AGRARIO DE LA ESPAÑA HÚMEDA
Comprende el norte y noroeste peninsular. Esta zona posee un medio físico carac­terizado por un relieve accidentado, con escasas superficies llanas y clima oceá­nico lluvioso todo el año.
a) La estructura agraria se caracteriza por los siguientes rasgos:
– Una población tradicionalmente muy numerosa a la que el campo no podía proporcionar ingresos suficientes, por lo que estuvo sometida a fuerte emi­gración y hoy es una población envejecida. El poblamiento predominante es disperso intercalar a partir de aldeas, parroquias y pueblos.
En el sistema de propiedad predominan las pequeñas parcelas (minifundis­mo), cercadas por setos y alejadas entre sí, lo que disminuye su rentabilidad y dificulta la mecanización. Para corregirlo, se ha impulsado la concentración parcelaria.
– Los usos del suelo son principalmente ganaderos.
b)   La agricultura ocupa una superficie poco extensa y está dominada por el se­cano debido a la regularidad de las precipitaciones.
En el pasado se practicaba el policultivo porque los campesinos vivían muy aislados y necesitaban autoabastecerse. Se cultivaban productos hortofrutíco­las en pequeños huertos al lado de las casas para consumo familiar, así como maíz, patata, frutales y vid, esta última sobre todo en Galicia. En las tierras de peor calidad se sembraba cebada o centeno, y la economía familiar se com­pletaba con la cría de ganado. Solo una parte de estos productos se vendía en el mercado. Este sistema tradicional se mantiene aún en algunas zonas del interior de Galicia.
En la actualidad, el policultivo va desapareciendo y la agricultura tiende a especializarse en cultivos de huerta y plantas forrajeras para el ganado (prados, alfalfa, trébol, maíz forrajero), en consonancia con el desarrollo de la ganade­ría vacuna semiestabulada.
La ganadería es la actividad económica más importante. Se ve favorecida por las condiciones climáticas, por la demanda urbana de leche y carne, y por el éxodo rural. En Galicia siguen predominando la pequeña y mediana ex­plotación familiar, a pesar de los esfuerzos recientes de modernización. En la fachada cantábrica, las explotaciones se han modernizado más en tamaño y equipamiento, aunque algunas tampoco son competitivas por falta de pastos y de tierra, por lo que se ha extendido la ganadería a tiempo parcial.
Las perspectivas de futuro no son muy buenas. Muchas explotaciones son toda­vía pequeñas y anticuadas, y existe gran dependencia de las industrias lácteas. La pertenencia a la Unión Europea plantea además la mayor competitividad comunitaria y el problema de los excedentes, que conlleva la imposición de cuotas y la disminución de la producción, lo que a su vez dificulta la moder­nización.
d) La explotación forestal es otra actividad importante. Se destina a la industria del mueble o a la obtención de pasta de papel.
2. EL PAISAJE AGRARIO DEL INTERIOR PENINSULAR
Comprende ambas Mesetas y la depresión del Ebro. Estas zonas poseen un medio físico caracterizado por un relieve de elevada altitud media en la Meseta –pára­mos altos, colinas y campiñas– y un clima mediterráneo continentalizado, con es­casez de precipitaciones estivales y riesgo de heladas en amplias zonas del norte.
a) La estructura agraria se caracteriza por los siguientes rasgos:
La población ha emigrado en los últimos decenios, provocando despobla­ción y abandono de tierras en muchas áreas. El poblamiento es concentrado en pueblos, pequeños en los valles del Duero y del Ebro, y grandes y distan­ciados entre sí en la mitad sur peninsular.
El sistema de propiedad es variado: el minifundio domina en el valle del Duero (donde se ha visto atenuado por la emigración y la concentración par­celaria), y en los regadíos del Ebro. Las grandes propiedades son caracterís­ticas de Salamanca, Burgos, Castilla-La Mancha y los secanos aragonés y extremeño.
Los usos del suelo son variados.
b) La agricultura ocupa el 44% de la superficie y presenta claras diferencias entre las áreas de secano y de regadío.
El secano domina en los páramos y campiñas meseteñas y en las áreas no regadas del valle del Ebro. Se dedica a cultivos extensivos protagonizados por la llamada «trilogía mediterránea»: los cereales, la vid y el olivo.
En el pasado, los cereales, principalmente trigo, cultivados en campos abier­tos, rotaban con barbecho o con leguminosas y llevaban asociada una gana­dería ovina que pastaba en los rastrojos. Además, los secanos estaban ocu­pados por cultivos leñosos, como la vid y el olivo, seguidos a considerable distancia del almendro y del algarrobo. Estos cultivos aparecían asociados entre sí o a otros aprovechamientos, o bien como monocultivo.
En la actualidad, el trigo ha sido sustituido en gran parte por la cebada, y el barbecho completo se ha reemplazado por el medio barbecho, que utiliza el girasol como cultivo de descanso o, incluso, ha desaparecido gracias al
regadío y al uso de abonos químicos. Los cereales predominan en Casti­lla y León, mientras en Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura cobran además importancia el olivar y el viñedo; este último destaca en La Rioja y Navarra, por su calidad y extensión.
El regadío permite un aprovechamiento más intensivo. Tradicionalmente el único espacio regado eran pequeñas extensiones en las vegas de los ríos y cerca de los pueblos, que producían sobre todo verduras y hortalizas para autoconsumo. En la actualidad ha aumentado el regadío gracias al uso del agua embalsada y subterránea, lo que ha permitido diversificar la produc­ción: plantas industriales (remolacha azucarera, lúpulo y tabaco), forrajes para el ganado (alfalfa o maíz) y frutas y hortalizas, que son la base de una destacada industria conservera en las tierras riojanas, navarras y aragonesas del valle del Ebro.
c) La ganadería tiene importancia en ciertas zonas:
En los secanos castellanos y de la depresión del Ebro predomina la ganadería ovina, que pasta en los rastrojos, y está siendo mejorada mediante cruces con razas extranjeras. Además, en Castilla y León han crecido el vacuno es-tabulado para leche en las inmediaciones de los núcleos urbanos y regadíos modernos, y el ganado porcino.
En Extremadura, el paisaje característico es la dehesa, que se extiende hacia Salamanca y Zamora. Es una gran explotación agroganadera, que, en las zonas de sierra, tiene también un aprovechamiento forestal de la madera de encina y alcornoque. La dehesa tradicional tenía una orientación principal­mente ganadera, como pasto para rebaños de ovino y porcino y, secundaria­mente, bovino; las tierras cultivadas, en rotaciones muy largas, tenían como fin producir alimentos y rastrojos para el ganado durante el largo período de sequía estival, lo mismo que el fruto de las encinas y alcornoques, utilizado en la etapa final de ceba del cerdo. En la actualidad, el vacuno tiene mayor peso relativo; algunas áreas de mejores suelos se destinan a la agricultura mecanizada; y otras se han reconvertido hacia otros usos, como la caza.
d) La explotación forestal es característica de algunas áreas, como la Tierra Pi­nariega soriana.
3. EL PAISAJE AGRARIO MEDITERRÁNEO
Comprende el litoral y prelitoral mediterráneo, el valle del Guadalquivir y Balea­res. Estas zonas poseen un medio físico caracterizado por un relieve accidentado –llano cerca de la costa y algo montañoso en las zonas prelitorales– y un clima mediterráneo costero con precipitaciones muy escasas en verano.
a) La estructura agraria se caracteriza por los siguientes rasgos:
Una población numerosa, tradicionalmente dispersa, aunque cada vez más los agricultores prefieren residir en núcleos concentrados donde encuentran más servicios, salvo en el caso de las huertas litorales.
  La propiedad de la tierra está muy dividida en las zonas regadas. En el secano, las propiedades son pequeñas y medianas en Valencia y Murcia, me­dianas en Cataluña y grandes en Andalucía occidental.
  Los usos del suelo son diversos.
b) La agricultura presenta una clara diferenciación entre cultivos de regadío y de secano.
Los cultivos de regadío se ven favorecidos por las suaves temperaturas, la elevada insolación, la protección del relieve, la existencia de suelos apropia­dos y una importante demanda internacional de elevado poder adquisitivo. Se dedican a la horticultura temprana al aire libre, a la horticultura precoz bajo plástico, a la fruticultura (cítricos y frutales de hueso y pepita) y a los frutos tropicales (chirimoya, aguacate) en las hoyas de Málaga y Granada, gracias a la excepcional suavidad de los inviernos.
Los cultivos de secano se dan en las campiñas del valle del Guadalquivir y en las zonas prelitorales más montañosas o accidentadas. En ellos dominan los cereales, la vid, el olivo y el almendro.
c) Las ganaderías bovina y porcina son mayoritarias en Cataluña gracias a la demanda urbana; la ovina y caprina son características de los secanos; y las reses bravas, de las orillas del Guadalquivir.
4. EL PAISAJE AGRARIO DE MONTAÑA
El paisaje agrario de montaña presenta un medio físico con condiciones extremas: relieve de elevada altitud y fuertes pendientes; y clima con invierno frío y precipita­ciones muy abundantes, que en buena parte del año caen en forma de nieve.
a)  La estructura agraria se caracteriza por los siguientes rasgos:
Una población con muy bajas densidades y tendencia al despoblamiento, y un poblamiento tradicionalmente disperso, en pequeños núcleos localizados en los valles, que actualmente tienden a abandonarse en favor de una concen­tración en pueblos mayores, situados en el fondo de los valles.
Predomina la pequeña propiedad, en parcelas cerradas, en muchos casos separadas entre sí, aunque también es frecuente la existencia de montes y praderas de propiedad pública municipal, de aprovechamiento exclusivo para los vecinos.
Los usos del suelo son diversos y complementarios, escalonándose en fun­ción de las diversas condiciones climáticas: agricultura en el fondo de los valles, explotación forestal en los bosques de las vertientes, y ganadería en los matorrales y pastos de las cumbres, aunque con diferencias según el área climática donde se localizan las montañas.
La agricultura, en las montañas del norte peninsular, se practica en el fondo de los valles e incluye cultivos de huerta, mientras que en las montañas más térmicas de Levante y del sur, algunos cultivos, como los almendros y olivos, ascienden por las vertientes en bancales y terrazas.
c) La ganadería pasta en régimen extensivo. En las montañas del norte penin­sular es bovina u ovina, y aprovecha las roturaciones y claros abiertos en los bosques de las vertientes, así como los matorrales y praderas de las cumbres. En la montaña mediterránea, donde suele faltar el piso supraforestal de ma­torrales y pastos, domina la ganadería ovina, que practica una trashumancia local entre el valle y la cima.
d)   La explotación forestal aprovecha la leña como combustible y la madera de especies como el eucalipto, el castaño o el pino.
5. EL PAISAJE AGRARIO DE CANARIAS
Corresponde a un medio físico caracterizado por un relieve volcánico accidenta­do y un clima cálido durante todo el año, con precipitaciones escasas e irregulares en las zonas bajas.
a) La estructura agraria presenta estos rasgos:
La población rural está en retroceso por la atracción que ejercen sobre ella las actividades del sector terciario (turismo). Predomina el poblamiento con­centrado laxo, en aldeas y caseríos, aunque existen pueblos mayores que no suelen rebasar las 500 casas.
La propiedad agraria muestra importantes contrastes entre las pequeñas pro­piedades de las zonas medias y altas, y las grandes explotaciones de los re­gadíos costeros.
b) La superficie cultivada es reducida.
En las áreas litorales regadas predominan el monocultivo destinado a la exportación (plátano, tomate, patata extratemprana), los cultivos bajo plás­tico (pepino, pimiento, flores) y las nuevas plantaciones tropicales (papaya, mango, piña, aguacate).
En las zonas medias y altas del interior de las islas se da una agricultura tra­dicional de secano orientada al autoconsumo más que a la comercialización, que tiene hoy como cultivos más característicos la vid y la patata. El trigo, que tradicionalmente rotaba con barbecho o patatas, ha reducido notable­mente su extensión.
c) La ganadería ovina y caprina es escasa, y está asociada a la agricultura.

La explotación forestal ha utilizado la madera de los pinares y la del fayal brezal y laurisilva para el carboneo, la construcción y los soportes de los cul­tivos (las varas y ramas).

miércoles, 3 de febrero de 2016

Práctica agraria: Participación del sector agrario en el PIB (1950-2009)

Participación del sector agrario en el PIB (1950-2009). Responda a las siguientes cuestiones:
1.  Evolución de la participación del sector agrario en el PIB.
2.  Analice las causas de la evolución.
3.  Consecuencias del descenso de la participación del sector agrario en el PIB.
PARTICIPACIÓN DEL SECTOR AGRARIO EN EL PIB. 1950-2009
1950
42,15
1980
6,94
2000
3,3
1960
23,57
1985
6,39
2007
2,6
1965
16,82
1990
5,11
2009
2,5
1970
11,88
1995
3,46


1975
10,05
1997
3,1



Gráfico de la participación del sector agrario en el PIB (1950­- 2009)
1 y 2.-  EVOLUCIÓN DE LA PARTICIPACIÓN DEL SECTOR AGRARIO EN EL PIB Y CAUSAS DE ESTA EVOLUCIÓN
El gráfico lineal muestra la participación del sector agrario (agricultura, gana­dería y explotación forestal) en el Producto Interior Bruto o conjunto de la ri­queza nacional, entre 1950 y 2009 en tantos por ciento.
A lo largo de este período, la participación del sector agrario en el PIB ha mos­trado una evolución claramente descendente, pasando del 42,15% en 1950 al 3,3% en 2000. Dentro de este proceso pueden distinguirse una serie de etapas en las que se irán señalando las causas que influyen en el comportamiento del PIB en cada momento.
En 1950, el 42,15% del PIB provenía del sector agrario. En estas fechas, el cre­cimiento industrial que tuvo lugar durante el primer tercio del siglo XX se inte­rrumpió debido a los problemas ocasionados por la Guerra Civil (destrucción de industrias) y por la posterior política autárquica (restricciones a la importa­ción de materias primas, maquinaria y capitales), mientras que la expansión del sector terciario se vio frenada por el bajo nivel de vida de gran parte de la po­blación y por la insuficiencia de los servicios públicos. Además, en ambos sec­tores predominaban las actividades elementales, generadoras de un escaso va­lor añadido y, por tanto, con baja aportación al PIB. Por otra parte, ante las dificultades de alimentación y de empleo existentes en las ciudades la pobla­ción se mantuvo en el campo e, incluso, regresó a él, hecho que se vio favore­cido por la política de colonización del franquismo.
Entre 1950 y 1997 se aprecia un claro descenso de la aportación del sector agrario al PIB cuyas causas principales han sido la expansión de los otros dos sectores económicos (primero la industria y luego el sector terciario) y el éxo­do rural:
Entre 1960 y 1975 tuvo lugar un destacado desarrollo industrial motivado por el abandono de la política autárquica, la instalación de multinacionales (estimuladas por el incremento de la demanda de productos, los bajos costes de producción y la existencia de mano de obra abundante, barata y poco con­flictiva), así como por la política oficial de promoción industrial (planes de desarrollo). Gracias a ello se consolidaron los sectores industriales básicos (siderurgia, petroquímica y construcción naval) y crecieron las industrias de consumo y de consumo duradero (automóvil). Aunque los sectores de bienes de equipo, generadores de mayor valor añadido, crecieron en menor medida, la industria incrementó considerablemente su aportación al PIB.
Lo mismo sucedió con el sector terciario, pues la industria estimuló el creci­miento de ciertos servicios (transportes, finanzas); el aumento del nivel de vi­da de la población incrementó la demanda de servicios, mejoraron los servi­cios públicos, y el desarrollo del turismo desde la década de 1960 hizo crecer ciertas actividades relacionadas con él (comercio, hostelería, restauración, etc.).
El crecimiento industrial y terciario, que demandaba puestos de trabajo en es­tas actividades, junto a la crisis de la agricultura tradicional (mecanización del campo) motivaron un voluminoso éxodo rural que repercutió en el descenso de la aportación del sector agrario al PIB. Esta aportación experimentó una fuerte reducción desde el 42,15% en 1950 hasta el 10,05% en 1975.
-          Desde 1975 a 1977, la aportación del sector agrario al PIB ha continuado descendiendo, aunque a un ritmo muy inferior al del período precedente.
Ahora la causa principal reside en el crecimiento de la contribución del sec­tor terciario a la riqueza nacional, motivada por los siguientes hechos:
·    Los cambios operados en la industria a partir de la crisis de 1975 han da­do lugar a un trasvase del empleo hacia las actividades terciarias, debido a la crisis que afectó a los sectores industriales tradicionales y a la creciente de­manda de servicios a la producción por parte de los sectores industriales más innovadores.
·    El aumento del nivel de vida del conjunto de la población incrementa la de­manda de servicios, la implantación del estado del bienestar estimula el cre­cimiento de los servicios públicos (sanidad, educación), y el establecimien­to del Estado de las autonomías hace crecer los servicios relacionados con la administración autonómica.
·    El auge del turismo favorece a los servicios relacionados con él, como el comercio y la hostelería.
En 2000 ha tenido lugar un leve incremento de la aportación del sector agrario al PIB, que puede estar relacionado con el incremento de los rendimientos y de las producciones agrarias de mayor valor, sin embargo durante los primeros nueve años del siglo XXI la aportación al PIB ha ido en descenso, hasta situarse en un 2,5%, la aportción mm´s baja del período estudiado..
3.- CONSECUENCIAS DEL DESCENSO DE LA PARTICIPACIÓN DEL SECTOR AGRARIO EN EL PIB
A la hora de valorar las consecuencias del descenso de la participación del sec­tor agrario en el PIB hay que considerar que este descenso se ha producido en términos relativos por el crecimiento de los otros dos sectores económicos. En cambio, su aportación en cifras absolutas ha experimentado un aumento sostenido, al incrementarse los rendimientos. Además, hay que valorar el des­tacado papel que desempeña el sector agrario como suministrador de materias primas a la industria agroalimentaria, que actualmente transforma casi el 70% de la producción agraria, y que existen comunidades donde la aportación de es­te sector al PIB es muy superior al valor medio, como Extremadura, Andalu­cía o Castilla y León.

No obstante, el descenso de la contribución relativa agraria a la riqueza puede colaborar a ahondar los problemas del mundo rural como la disminución y el envejecimiento de la población y la dependencia del sector respecto a la in­dustria. También puede acentuar los problemas de equipamiento rural y de degradación medioambiental asociada al abandono agrario existente en algunas áreas. Para paliar estos problemas, es necesaria una ordenación del espacio ru­ral encaminada a fomentar el desarrollo económico mediante la modernización y el aumento de los rendimientos; incrementar la calidad de la producción con el fin de satisfacer las crecientes exigencias de la demanda (desarrollo de las denominaciones de origen y de calidad), mejorar los equipamientos rurales co­mo forma de frenar el despoblamiento y evitar los problemas derivados de de­gradación medioambiental.