lunes, 7 de mayo de 2018

Bloque 10.- El espacio urbano. Dinámica y organización del poblamiento y el sistema urbano español.(Prácticas)

Autor: Eduardo Sánchez


Analiza el siguiente mapa sobre el sistema urbano español:

a) Descripción de los ejes urbanos representados en el mapa.
 El eje atlántico gallego se extiende entre Ferrol y Vigo, con prolongaciones hacia el interior (Ourense y Lugo). Se encuentra especializado en el comer­cio.
El eje cantábrico es un eje discontinuo que incluye el triángulo asturiano (Oviedo-Gijón-Avilés); Santander; y el triángulo vasco (Bilbao-Donostia/ San Sebastián-Vitoria/Gasteiz) y presenta ramificaciones hacia el interior (León, Burgos y Logroño). Se encuentra en fase de ajuste, con progresiva pérdida de la preeminencia de la industria como factor de urbanización.
El eje mediterráneo comprende desde Girona a Cartagena. Es el eje más dinámico, con una industria muy diversificada y un fuerte peso de los servi­cios, sobre todo del turismo, que han desplazado a la industria como factor principal de urbanización.
El eje andaluz es doble. El eje litoral, entre Almería y Huelva, es dinámico y se especializa en el comercio, el turismo y la agricultura tecnificada. El eje del valle del Guadalquivir, entre la costa atlántica y Jaén, es menos dinámico y sus ciudades están ligadas a las actividades agrarias del entorno, a indus­trias locales y a actividades turísticas.

b) Aglomeraciones urbanas que tienen entre 500 000 y 1 500 000 habitantes.
- En el eje cantábrico: Bilbao.
- En el eje mediterráneo: Valencia.
- En el eje andaluz: Sevilla y Málaga.

c) Principales rasgos del sistema urbano español.
El sistema urbano español está constituido por un conjunto de ciudades inte­rrelacionadas. Por tanto, se compone de unos elementos, las ciudades; y de las relaciones que se establecen entre ellas.

1. LOS ELEMENTOS DEL SISTEMA URBANO: TAMAÑO, FUNCIONES, ÁREA DE INFLUENCIA Y JERARQUÍA URBANA
Las ciudades de un sistema se caracterizan por su tamaño y por las funciones que desempeñan. De acuerdo con estas, ejercen su influencia sobre un área más o menos amplia y ocupan una posición jerárquica en el sistema urbano.
El tamaño de las ciudades
El tamaño demográfico de las ciudades se establece mediante la regla rango-tamaño. Esta otorga a cada ciudad un rango o número de orden en el sistema según el tamaño de su población. En España:
  • El mayor tamaño demográfico corresponde a quince aglomeraciones urba­nas, que superan los 500000 habitantes. De ellas, cuentan con más de un millón el área metropolitana de Madrid, que ocupa el rango número 1 en el sistema, y el área metropolitana de Barcelona, cuyo tamaño es mayor del que suele co­rresponder a la segunda aglomeración de un sistema nacional, lo que configura un sistema bipolar. A continuación, se sitúan cinco aglomeraciones que superan 800000 habitantes, Valencia, Sevilla, Bilbao, Ciudad Astur y Málaga; y otras ocho con más de 500000 (Zaragoza, Alicante-Elche, Bahía de Cádiz, Murcia, Las Palmas de Gran Canaria, Granada, Vigo y Palma de Mallorca).
  • Tras ellas, existe un elevado número de ciudades entre 400 000 y 150 000 habitantes. Este hecho se debe al reciente crecimiento de las ciudades medias, motivado por la descentralización hacia ellas de parte de la población y de las actividades económicas.
  • La distribución territorial de las ciudades por su tamaño se caracteriza por la localización en el centro peninsular de la mayor aglomeración urbana, Madrid, rodeada de las principales aglomeraciones urbanas, situadas en la periferia, y de un espacio interior poco urbanizado, donde predominan las ciudades medias y pequeñas.

Las funciones urbanas
Las funciones urbanas son las actividades socio-económicas desempeñadas por las ciudades hacia el exterior, no las encaminadas al servicio interno de la ciudad.
Según su función principal las ciudades pueden ser primarias, secundarias, o ter­ciarias; aunque las grandes ciudades son multifuncionales y desempeñan varias funciones simultáneamente.

  1. Las ciudades primarias están especializadas en actividades del sector prima­rio. Entre ellas se cuentan las agrociudades andaluzas, manchegas, murcianas y levantinas; y las ciudades mineras, como algunas asturianas.
  2. Las ciudades secundarias, en unos casos están especializadas en la industria, como las primeras ciudades incorporadas a la Revolución Industrial en el País Vasco, Cataluña y Asturias; o como muchas integrantes de las grandes áreas metropolitanas. En otros casos, están especializadas en la construcción, como ciertas ciudades de gran dinamismo económico, demográfico o turístico (Bar­celona, Málaga).
  3. Las ciudades terciarias están especializadas en los servicios, que son hoy las actividades que mejor definen el rango y la influencia de una ciudad. Estos servicios pueden ser empresariales, financieros, comerciales, de transporte, ad­ministrativos, culturales, sanitarios, religiosos, turísticos, etc.

El área de influencia urbana
Las funciones desempeñadas hacia el exterior convierten a las ciudades en lugares centrales, que abastecen de bienes y servicios a un área más o menos extensa, denominada área de influencia. Esta será mayor cuanto más diversas y especiali­zadas sean las funciones urbanas: nacional, regional, subregional, comarcal o local.
El alcance del área de influencia urbana puede modificarse en función de los cambios económicos y de los medios de transporte y comunicación existentes.

La jerarquía urbana española
El tamaño demográfico, las funciones y la extensión del área de influencia dan lu­gar a una organización jerárquica de las ciudades españolas. En ella se distinguen las siguientes categorías:
  1. Metrópolis. Son las áreas metropolitanas situadas en la cima de la jerarquía ur­bana. Su población supera los 200/250.000 habitantes, desempeñan las funciones más diversificadas y especializadas y poseen una extensa área de influencia.
– Las metrópolis nacionales son las grandes áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona. Su población supera los 3 millones de habitantes. Cuentan con las funciones más diversificadas: servicios muy especializados –financieros, de ges­tión, innovación, cultura y esparcimiento–; numerosas oficinas de empresas na­cionales y multinacionales; e industrias de alta tecnología. Su área de influencia es nacional y mantienen estrechas relaciones con otras metrópolis internaciona­les, enlazando el sistema urbano español con el sistema europeo y mundial.
– Las metrópolis regionales son las áreas metropolitanas medias de Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga y Zaragoza. Su población se encuentra entre 1,5 millones y 500 000 habitantes. Cuentan con funciones diversificadas y servicios especializados. Su área de influencia es regional y mantienen intensas rela­ciones con las metrópolis nacionales.
Las metrópolis subregionales o regionales de segundo orden son áreas metropolitanas pequeñas como Valladolid, Pamplona o Palma de Mallorca. Tienen una población entre 500 000 y 250/200 000 habitantes. Cuentan tam­bién con funciones diversificadas y servicios especializados (universidad), pero de influencia subregional, o regional en el caso de comunidades autó­nomas uniprovinciales.
  1. Ciudades medias. La mayoría son capitales de provincia no incluidas en los apartados anteriores. Su población está en torno a los 250/200 000-50 000 habi­tantes. Sus funciones son menos diversificadas y se centran en servicios comer­ciales, administrativos y sociales de ámbito provincial. Son puntos terminales de una densa red de autobuses que las comunica con los pueblos próximos.
  2. Ciudades pequeñas o villas. Tienen una población entre 50 000 y 10 000 habitantes, como Astorga. Sus funciones son reducidas y poco especializadas, aunque pueden contar con algunos equipamientos de cierta especialización (educación secundaria y profesional). Son nodos de transporte para la comarca y su área de influencia es comarcal.

2. LAS RELACIONES URBANAS EN EL SISTEMA DE CIUDADES
Las ciudades de un sistema urbano se relacionan entre sí. Estas relaciones se mi­den por los flujos económicos (mercancías, capitales, inversiones); de personas; y de otros tipos (políticos, administrativos, culturales, o de información). Cuando los flujos son unidireccionales, entre una ciudad y otra, indican relaciones de dominio/subordinación; cuando son bidireccionales, indican relaciones de inte­gración/competencia.
En el sistema urbano español, las relaciones entre ciudades se caracterizan por estos rasgos:
 - Madrid mantiene relaciones intensas con las demás metrópolis, especialmente con Barcelona.
 - Barcelona tiene una influencia general más débil, aunque intensa en el oriente peninsular y Baleares.
- El cuadrante nordeste es el área de mayor integración, pues sus cinco metrópolis principales mantienen intensas relaciones (Madrid-Barcelona-Valencia­Bilbao-Zaragoza).
En el resto del sistema las relaciones entre ciudades son más reducidas e incompletas. Predominan los flujos de las ciudades con su zona rural o con ciudades próximas. El área con mayor desconexión entre ciudades es la que rodea a Portugal, excepto Galicia; en la submeseta sur existen amplios espacios desconectados; en el Cantábrico las relaciones se debilitan hacia el oeste; y las relaciones entre las metrópolis andaluzas y levantinas son poco intensas.

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA SEGÚN SU PERTENENCIA AL ÁMBITO URBANO O RURAL

El gráfico de líneas muestra la evolución de la población española según su pertenencia al ámbito rural o urbano y la evolución de la población española en su conjunto, todo ello en cifras absolutas. El ámbito rural comprende en Espa­ña los municipios con población inferior a 10.000 habitantes, y el ámbito ur­bano, los municipios con población superior a esta cifra.

En el eje inferior están indicados los años de diez en diez, en años terminados en cero, pero desde 1981, aunque siguen igual intervalo, pero en años terminados en 1; ello se debe a que los censos se elaboran en España cada diez años, los terminados en 1. En el eje lateral están indicados los habitantes en cifras brutas, millones. En consecuencia observamos tres variables, una para cada modelo volumen de población: rural, urbana y total.

La fuente está indicada en la parte inferior del gráfico y procede del Instituto Nacional de Estadística, lo que es significativo de rigurosidad y fiabilidad. 
COMENTARIO
En general, se observa que, a lo largo del siglo XX y hasta 1981, ha tenido lu­gar un descenso casi continuado de la población rural, y un aumento paralelo de la población urbana. Desde esta fecha, se detiene el descenso de la pobla­ción rural y se modera el incremento de la población urbana.
En 1900 dominaba claramente la población rural. Este hecho es el reflejo de la economía y la sociedad agrarias que predominaban en ese momento.
A partir de esta fecha y hasta 1940, la población rural se mantuvo estabiliza­da e incluso se recuperó ligeramente durante la Guerra Civil y los primeros arios de la posguerra, debido a las dificultades de subsistencia en las ciudades duran­te el conflicto bélico y a la política de mantenimiento de la población rural en el campo llevada a cabo por el franquismo al finalizar la guerra. En cambio, la po­blación urbana inició desde principios de siglo un crecimiento, que determinó que entre 1940 y 1960 superase por primera vez a la población rural.
Entre la década de 1960 y la década de 1980 la población rural decreció y la población urbana alcanzó su mayor crecimiento.
Las causas de esta evolución fueron las siguientes:
El desarrollo de la industria, que se ubicó en las proximidades de las ciuda­des, movilizó hacia ellas a la población rural, que ahora resultaba excesiva, debido al crecimiento demográfico y a la mecanización del campo. La po­blación rural se sintió atraída también por los centros turísticos, que empe­zaron a cobrar auge desde los arios sesenta, principalmente en el litoral me­diterráneo peninsular, Baleares y Canarias.
El atractivo que representaban las ciudades, en las que se esperaba lograr condiciones laborales más favorables (salarios más altos) y mejoras en el ni­vel de vida (mayores posibilidades sanitarias, culturales y de ocio).
La población urbana se incrementó también con el propio crecimiento demográfico de las ciudades, debido a las elevadas tasas de natalidad de la época.
Las consecuencias de este incremento acelerado de la población urbana en po­co tiempo fueron la aparición de problemas de alojamiento, que dieron lugar a la creación de muchos barrios de infravivienda; problemas de equipamiento y deficiencias en la dotación de espacios verdes, sanitarios y recreativos; proble­mas de asimilación de los inmigrantes al pasar de una economía rural con valo­res tradicionales a una economía urbana y competitiva; problemas de deterioro ambiental, como contaminación, tráfico, o ruido; delincuencia y patologías so­ciales. Paralelamente, en las áreas rurales se produjeron decrecimiento y enve­jecimiento demográfico, se generaron deseconomías de subpoblación al emi­grar las personas más jóvenes y más capacitadas; y, quedaron abandonados y deteriorados algunos ecosistemas al verse privados de los cuidados tradiciona­les prestados por la población rural.
- Desde la década de 1980, se detuvo el decrecimiento de la población rural y se desaceleró el crecimiento de la población urbana, debido a la incidencia de diversos factores:
·  La reducción del crecimiento natural provocado a raíz de la crisis econó­mica de 1975.
·  La detención del éxodo rural, relacionada también con la crisis de 1975, que fue energética e industrial, y provocó la pérdida de atractivo de los antiguos centros urbanos industriales, e incluso el declive de los más afectados por la crisis, así como el retorno a sus lugares de origen de al­gunos inmigrantes rurales llegados a la edad de la jubilación o la preju­bilados a raíz de la crisis.
·  Las tendencias modernas a dispersar la residencia y la actividad econó­mica en el espacio, buscando lugares con mejores condiciones medioam­bientales y suelo más abundante y barato que el de las ciudades.
·  La implantación de políticas de desarrollo rural, destinadas a evitar el des­poblamiento de las zonas rurales menos favorecidas y a mantener a la po­blación en el campo.
No obstante, los expertos no descartan un nuevo éxodo rural, aunque siempre en cifras muy inferiores a las de épocas pasadas, debido al abandono de las ex­plotaciones agrarias menos competitivas.

CONCLUSIÓN
Vamos hacia un mundo de ciudades con todos los problemas que ello acarrea.

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